viernes, 5 de septiembre de 2008

Vivir sin reloj



La gente puntual suele tener cierto resquemor hacia mi persona porque siempre llego tarde. Hagrid ha optado por decirme que hemos quedado media hora antes para poner llegar a tiempo. No sé cómo lo hace, pero el tiempo se va sin avisarme.

Desearía poder vivir sin reloj. No es que le haga mucho caso, la verdad, pero uno por poco que quiera siempre está sujeto a horarios. Cuando salía de la escuela iba caminando con mis amigas de camino a casa, pero no buscaba el camino más corto para llegar a la mía, sino que me desviaba por seguir hablando con ellas. No me importaba andar más trayecto. Prefería caminar con ellas. Luego sus madres les gritaban desde el balcón y ellas subían corriendo. Así una tras otra. Yo iba tranquila mirándolo todo, hasta que llegaba a mi casa y mi madre me reñía por lo tarde que era. Pero al día siguiente volvía a hacer lo mismo. Y mi madre me volvía a reñir. Así un día tras otro.

Me gusta hacer las cosas despacio. Hacerlas bien. Me gusta sentir que el tiempo se detiene, que la gente corre mientras yo me paro, que voy contracorriente una vez más


Imagen del genial Chema Madoz.

No hay comentarios.: