miércoles, 16 de abril de 2008

Momento de reflexión - Familia y política

No se trata de hacer memoria histórica y recordar que el hermano rojo mató al otro porque era azul (o al revés). Esto va de las historias anónimas, o de aquéllas con nombres y apellidos, de esas personas que se agarran a sus ideales sin importarles cuánto daño hacen a quienes les quieren. Esto va de madres sufridoras, de hermanos apolíticos exiliados porque el puño en alto de uno marcó a toda la familia. Va de amores imposibles, de huérfanos, de la crueldad del enemigo y su falta de criba, de esas pasiones que ciegan a los hombres pasando todo por alto. Es valiente tener algo por lo que luchar hasta la muerte, pero a la vez es absurdo.

Hace unos días leí la historia de una pacifista de veinte años que murió aplastada por una excavadora cuando, tumbada en el suelo, intentaba cortarle el paso. La excavadora iba a destruir unas casas, aún cuando había gente dentro de ellas. Si quien conducía la máquina iba a matar a sus compatriotas, qué le importaba la vida de una mujer extranjera que le retaba. No sé qué pensaría ella en ese momento, pero sus familiares y amigos seguro que sienten mucho dolor y un gran rencor hacia ese hombre. Y hacia ese país. Convirtiendo en mártir a la joven que actuó de forma voluntaria al tumbarse en el suelo.

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