lunes, 4 de enero de 2010

Reencuentros

Cuando vuelves a tu casa después de haber estado una temporada fuera resulta que ya no es tu casa. La rutina ha seguido devorando a tu familia y tú ya no sabes si quedan sobras de la paella del domingo o si ya le llegó la fruta de temporada al tendero del barrio. Te quedas en medio sin saber dónde poner un pie. Pero es tu hogar y pronto te pones al día y te asignan fregar los platos el sábado y limpiar el baño los jueves.

A los amigos les pasa un poco igual. Con el tiempo que llevas sin saber de ellos hay muchas cosas que decirse, pero a veces es difícil crear el clímax en el que ambos sienten que a pesar de las cicatrices no ha pasado el tiempo por esa amistad. Y esas son las buenas. Si la cosa queda en un holaquétal-bienytú-bien sólo hay una posibilidad de salvarla: beber y embriagarse de recuerdos. Si aún así no va es mejor decir adiós. Fue bonito mientras duró.

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