sábado, 17 de noviembre de 2012

Aquel junio

Los planetas se alinearon aquel junio, él perdió el autobús de la excursión y yo llegaba, cómo no, descaradamente tarde a clase.

Acabamos en la playa, él llevaba la mochila cargada de comida y yo el bikini. En la ruta hasta el mar, le conté mis fantasías de infidelidad y él supo aprovechar la oportunidad que se le brindaba.

Sobre la arena fría a la sombra de las palmeras, comimos y fumamos. No sé si será desde entonces que para mí es algo afrodisíaco este humo. 

Él se prestó a darme un masaje en la espalda, yo me tumbé, él se sentó sobre mí, deshizo el nudo del bikini y sus dedos, como distraídos, pidieron permiso por el flanco prolongando la caricia. Mi espalda se arqueó ligeramente y liberó bajo mi pecho espacio suficiente para sus manos.

Aquella mañana fue convulsa. Nuestros cuerpos lo fueron.
Aquella tarde fue confusa.
Mis sentimientos lo fueron.
Él, en cambio, tenía una certeza:
-Eres peligrosa.
 

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