domingo, 21 de diciembre de 2008

Sin descanso

Estos días estoy más atareada que un elfo de Papa Noel, pero me lo estoy pasando en grande. A saber: merienda con los ancianos, comida de trabajo, cena de alumnos de Enfermería y la obra de Navidad de la residencia.

El miércoles salí del trabajo, me fui a casa a darme un agüilla y cambiarme de ropa. Volví a la residencia, me subí al autobús con los ancianos y nos fuimos a ver belenes y merendar. Por el camino compartí mi comida con mi compañera, que estaba en las mismas circunstancias que yo: sin aliento y comiendo de camino a la merienda. Cosas del directo. Cuando terminamos con los belenes y con el suministro de napolitanas de crema y de chocolate, fuimos a ver el atasco de la Castellana. Precioso. Como aún me faltaba la mitad del vestuario de la obra decidí que para completar el día me iba al centro comercial a comprarme las botas y buscar los leggins (aka mallas). No hubo suerte. Hagrid casi llama a la policía al verme entrar. Cariño, soy yo, Serafina, ¿no me recuerdas?

Llegó el jueves y con él la comida de trabajo. Debido a mamoneos varios fuimos menos de diez, pero cundimos más que el Fairy. Buenos platos y conversaciones que empezaron trascendentales y fueron desvariando con el tiempo y el vino. Luego nos fuimos de pubs y con la poca vergüenza de más de una la liamos bastante. Aún sin vestuario para la obra me fui a dormir. Hagrid, de puro aburrimiento, hizo limpieza general.

Amaneció el viernes y decidí que era el día ideal para hacerme con el vestuario. Me tocó salir del curro en mi hora de desayuno para comprarme los leggins en el chino de al lado. Medio culo se sale cuando me agacho, pero tengo leggins. Después de comer salí a buscarme las botas -segunda parte- y cuando estaba desesperada, decidida a volver al centro comercial, me dió por entrar en el chino y las compré allí. Como cuando repartieron energía yo estaba durmiendo, en el reparto de bocas pedí dos y me llaman bocazas desde entonces. No te preocupes, querida mía, que yo te arreglo los bajos y te cojo unas pinzas en la enorme túnica que te han dado para el vestuario de la obra. Así que allí estaba Serafina, el día antes de la obra con la funda de la máquina de coser sin quitar y una cena de alumnos de Enfermería por organizar. Que con estos descastados que tengo por compañeros ha sido estresante hasta el último momento, y encima al final sólo fuimos tres, ¡manda christmas!. Lo pasamos bien y nos pusimos al día, que era la idea. De propina casi muero de una pulmonía, porque la ventilación del restaurante nos caía encima, en la calle había 2ºC y mi abrigo se quedó en casa. Esta vez Hagrid vino conmigo.

¡Sábado por fin! Ya no puedo más con la vida, estoy reventaíca. El estrés del pre-estreno se mastica en el ambiente. Salimos a comer al lado de la residencia y me pongo de papas bravas hasta el culo, ese que se sale de las mallas al agacharme. Ensayamos por la calle la coreografía con la ansiedad de los últimos minutos. Llegamos, nos vestimos, nos maquillamos, sesión de fotos y a esperar que los ancianos terminen su parte. De pronto aparecen los pajes bailando con los regalos -¡nosotras!-. Qué subidón. Me encanta. Al finalizar, aplausos y más fotos. La directora nos invitó a unas cañas después de la obra y ahí sí que me divertí. Se unieron maridos, hijas y amigos y llenamos una tasca que estaba vacía. Cantamos todo lo que se nos ocurrió y dejamos seco el local. Después de dos años trabajando en la residencia, por fin he podido mostrar mi verdadero carácter, sintiéndome bien entre mis compañeras y amigas, riéndome y haciéndolas reir, porque hacer el payaso es lo que me gusta. Porque es lo que soy.

¡Felices fiestas a todos!

martes, 16 de diciembre de 2008

Golfos y golfas

Tío, yo te respeto... hasta que tu novia deje de hacerlo.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Amor. Amigo. Compañero

Tengo un ángel de la guarda que es bastante inquieto. Dicen que los ángeles no tienen sexo, pero como se infiltró entre los humanos en forma de atractiva señora, aprovecha y se deleita contemplando y soñando con los hombres. Este angelito mío vive en un mundo de fantasía ideal donde el amor dura eternamente porque ni ronca ni le huelen los pies ni compra compulsivamente artículos varios por Internet. Bien es sabido en estos tiempos que amor y sexo no tienen porqué ir de la mano, pero es que al angelito le gustan las novelas románticas y pseudo eróticas y fantasea con sus profesores. Aún recuerda su gran amor de juventud, idílico romance eterno. Y recuerda su despedida como el gran error de su vida. Y suspira por él alimentando su fantasía de amor mientras imagina cómo habría sido su vida con su hombre perfecto.

Y discuto con mi angelito porque yo, como la Jurado, creo que el amor se rompe de tanto usarlo. Alguien dijo que es una enfermedad transitoria que hace omitir los defectos obvios de la persona amada. Y cuando se cumple el vaticinio de la más grande qué haces con la rana en la que se te ha convertido el Príncipe Azul. Todo el mundo sabe hacer promesas que no se cumplirán. El amor eterno es una farsa que alguien inventó hace siglos para frustarnos la vida. Para convertirla en la eterna búsqueda de una persona ideal. De un estado ideal. Que no llega y que cuando llega se marcha. Y cuando vuelve sólo piensas en cuánto tardará en marcharse. Es lo que tienen las pasiones puras como ese amor de novela, que arden rápido y se consumen rápido, que son intensas y desgarradoras. Y a mí las cosas que me desgarran no me hacen mucha gracia. Más bien me dan escalofríos.

Esto no significa que no crea en la unión entre personas, en las parejas, en el amor entre dos individuos. Yo creo en el compañero de viaje, en el amigo que te ayuda a levantarte cuando estás en el suelo. En el que hace más llevadero el camino por esta vida llena de altibajos. En el que te cuida en tus peores momentos y te quiere cuando tienes éxitos y miserias. El amor en el que yo creo vive en los pequeños detalles y se hace fuerte ante las adversidades. Es terco, como la ternura, y no se va tan facilmente, porque tiene alma de luchador y no se rinde ante el menor problema.

Mientras escribo pienso en las parejas preciosas que conozco, en los solteros magníficos que merecen mujeres estupendas -espero que ambos las encontréis y os sintáis plenos-, en los amores frustrados por alguna estrategia del destino que convierte a los amantes en suspiros eternos, en los que deciden que su opción es la soledad, y en mi propia historia con el mejor compañero de reparto con el que pude soñar.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Missing

Cómo pasa el tiempo, ¡la Vin! Estoy hecha una descastada y una descarriada(*) Han pasado muchas cositas desde el último post.

Fuimos a Cádiz en el puente y volvimos con un perro con fatiga (allí se llama así a las náuseas). Pequeñito, muy gracioso y obediente y que gusta de destrozar el relleno de los cojines del sofá. No se puede decir que sea un perro guapo sin faltar a la verdad, pero a gracioso no le gana nadie. Imagínate un perro con barbita de Chuck Norris y del tamaño de un gato. Cualquier día me da una patada mortal y me quita el saco de pienso, luego existo.

Estoy hasta el co...nvento de tanta monja. No sé cuánto más aguantaré sin soltarles una buena bordería. Mientras tanto, me desquito con las niñas de prácticas y las pongo a caldo por los rincones. Por lo menos se han portado con la cesta de Navidad y gracias a Dios (ja!) la crisis no les ha llegado (y ja!).

Encontré la alianza que Hagrid me regaló y que perdí mientras hacíamos la piscina (una historia por contar). No sabía dónde la había metido y de repronto apareció en casa de mis padres. Ahora me siento más casada que antes. Me miro la mano y es como si tuviera un espía leyendo mi mente y mis movimientos. Ya no puedo quedarme a babear por el electricista cachas que viene a mi trabajo. Creo que se me va a perder otra vez la alianza. Lo intuyo yo.

Ayer vinieron nuestros amigos de Cádiz para ver el partido del Real Madrid. Dimos una vuelta por el centro, fuimos donde se perdió Chencho, nos quitamos el antojo de McDonald con caprichos italianos y japimiles con juguetes y luego estuvimos en casa liándola bastante con los chupitos de ron del Lidl. Más de uno tuvo unas palabritas con el Sr. Roca y hay quien incluso me hizo un fresco en una pared del pasillo, en mi gotelé de pintura-no-plástica-no-lavable-ABSORBENTE. Eso sí que hay que enmarcarlo y no los cuadros de mi hermano. Hoy, contra todo pronóstico, he ido a currar como una campeona. Previa fregada del WC a las 6am:
campeona +2.

Por la tarde me he reunido con mis compis del curro para celebrar el cumpleaños de una de ellas. No sé si el ron tendrá efecto retardado, si era por la falta de sueño o porque la juerga me hacía mucha falta, pero llevo un día de guasa que cualquiera me aguanta.

(*)Te quiero hermanito.